“La Familia es lo primero”: El nepotismo sonriente y normalizado.
La Rae define al nepotismo como «Desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos» El biólogo británico William Hamilton ya en 1964 nos explicaba que la propensión a favorecer a los parientes posee un origen biológico y profundo e incluso se extiende a todo el reino animal, la denominada “selección de parientes” que encuentra lógica pues son más similares los genes a los que se está ayudando a pasar a la siguiente generación. Ahora bien, Aristóteles ya lo decía, somos el único animal racional. Preguntémonos entonces ¿Qué está en juego con el nepotismo? La calidad de la gestión pública, los conflictos de interés y la igualdad de oportunidades.
Tratándose de los cargos de elección popular y la selección de los candidatos este encuentra también una importante manifestación. Se trata de un Nepotismo sonriente y normalizado, un nepotismo que se ríe en nuestras caras en pancartas y en general por medio de la propaganda electoral. Sin ir más lejos, diversos “referentes políticos” sin pudor en prensa o en campaña sostienen que le han pedido a sus hijos, sobrinos, hermanos, nietos; que sean candidatos.
¿Cuál es problema real del nepotismo? No es necesariamente que quienes se vean beneficiados por el mismo no tengan mérito ni currículo per se, sino que es precisamente la conculcación profunda a la igualdad de oportunidades: dejando de lado a personas que podrían ser idóneas para un cargo pero que no cuentan con las redes de acceso. Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país“, cosa que en nuestro país parece ser en gran medida más poesía que práctica.
La desfachatez es tal que nos damos el lujo de normalizar esto, permitiendo que por un lado enarbolen discursos de meritocracia y esfuerzo, poniendo incluso su vida como ejemplo de aquello, en muchos casos haciéndonos creer que son personas “que vienen desde abajo”; y por otro, frente a nuestros ojos, no cavilan un minuto siquiera en privilegiar a sus «regalones».
A propósito de la finalidad de llegar al poder, la cual es natural dentro de los partidos políticos, quizás intentarán fundar la existencia de esta práctica en diversas razones como por ejemplo que el apellido es una marca y que son cartas seguras en este escenario de incertidumbre electoral, que más que sean idóneos o no lo importante es que sean conocidos y su apellido es conocido, etc. Y el costo de todo esto es, tal como lo hemos visto, el debilitamiento de la institucionalidad pública y la pérdida de confianza.
Familias y clanes motivadas por el servilismo amparadas por la burocracia de un Estado que se muestra paupérrimo para el contribuyente pero opulento para sus familiares. Una frase dotada de bondad como “La familia es lo primero” esconde los más mezquinos intereses. Y mientras, la democracia llora.